La vivienda es una realidad compleja con una doble naturaleza: es a la vez un bien de mercado y un bien social. Esta dualidad comporta contradicciones y paradojas que conviven en nuestro día a día. A pesar de que el derecho a la vivienda está reconocido a la Constitución española y en el Estatuto de Cataluña, hay importantes obstáculos que dificultan el acceso a una vivienda digna, generando desigualdades e injusticias sociales.
La paradoja de la Vivienda Vacía
La demanda social de vivienda contrasta, entre otros factores, con la existencia de casas vacías, que pueden ser más o menos numerosas según el municipio. Esto hace que la movilización de la vivienda vacía sea uno de los objetivos prioritarios de las administraciones públicas y de los agentes sociales, con el objetivo de poner a disposición de las personas que necesitan un nuevo segmento de viviendas.
Antes de movilizar este stock de viviendas vacías, hay que detectarlos y caracterizarlos. Esto quiere decir cuantificar y localizar las casas permanentemente desempleadas en el municipio, así como conocer sus características y el estado en que se encuentran. Solo con un conocimiento exhaustivo será posible aplicar políticas públicas que permitan transformar estas viviendas vacantes en viviendas habitadas. El objetivo no es solo garantizar un techo para las familias y personas que lo necesitan, sino también revitalizar las calles, barrios, ciudades y pueblos.
Estrategias de movilización
Una vez detectados y caracterizados, hay que diseñar estrategias para la puesta en uso de estas viviendas vacías. Esto implica establecer medidas legales, fiscales y administrativas que incentiven la cesión o alquiler de estas viviendas a precios accesibles. También es importante promover programas de rehabilitación y recalificación para poner a punto las viviendas vacías y adaptarlos a las necesidades actuales.
Además de las actuaciones públicas, es esencial la participación de los agentes sociales y de la comunidad en este proceso. La implicación de los vecinos y vecinas, asociaciones, cooperativas de vivienda y otros agentes del territorio es clave para conseguir una gestión eficiente y sostenible de la vivienda vacía.
Todo este proceso tiene que ser acompañado de un enfoque integral que tenga en cuenta otros ámbitos relacionados con la vivienda, como el acceso a servicios básicos, la inclusión social y la mejora de las condiciones de vida. Es necesario establecer políticas de apoyo y protección social para garantizar que todo el mundo tenga un techo adecuado y para prevenir situaciones de exclusión residencial.
En resumen, la vivienda es un bien con una doble dimensión, que requiere abordar sus múltiples contradicciones y desigualdades. La movilización de la vivienda vacía es una herramienta fundamental para hacer frente a esta realidad, pero requiere un trabajo conjunto y coordinado entre las administraciones, la sociedad civil y la ciudadanía. El objetivo es no solo proporcionar un techo digno a todas las personas, sino también crear ciudades y pueblos vivos e inclusivos donde todo el mundo pueda desarrollarse plenamente.
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